"Proyecto de Reconstrucción para una Cuba Libre"

                                            Por John Perez-Sampedro

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Muchos afirman que Raúl no posee el carisma  necesario para evitar una lucha interna por el poder  después de la desaparición del dictador. Es posible que en cuestión de meses quizá semanas después de su muerte, la cúpula militar comience a fragmentarse.  Esto pudiera suceder paulatinamente o de inmediato. 

Mientras tanto, estos señores ya se han repartido las áreas productivas claves, tales como: La industria del turismo, los supermercados de área dólares, las cadenas de gasolineras, las aerolíneas etc. Ellos pudieran aspirar después de Castro, a vivir en un país en el cual  pudieran disfrutar sus riquezas mal habidas y sus influencias políticas, sin tener que enfrentarse  a las periódicas purgas del partido.  

 Algo así  sucedió con el  dictador sandinista Daniel Ortega, cuando, para legitimarse, decidió celebrar elecciones en Nicaragua.  Castro le aconsejó que no lo hiciera, pero las encuestas lo pronosticaban ganador  por más de un 63 porciento y Washington le prometía millones en ayuda si lo hacía.  No tenía nada que perder, pero perdió por más de un 60. Aún así, el poder judicial, político y económico en Nicaragua continúa hoy en  manos de los dirigentes sandinistas, lo cual ha imposibilitado una verdadera reconstrucción. 

En el caso de Cuba, existe la misma  motivación, pero sin ningún riesgo.   Después de todo, aí está el Plan Varela, el cual le proporciona a la cúpula comunista la oportunidad de celebrar elecciones libres y modernizar la economía sin perder sus posiciones políticas o sus riquezas y lo más importante aún: Sin ser sometidos a juicios por sus crímenes.

 Por otro lado, el vacío político que sin duda ocurrirá tras la muerte del dictador, lo llenarían, asimilando a algunos miembros de la disidencia tales como: Elisardo Sánchez Santacruz, al Dr. Bissett y hasta al mismo Paya Sardiñas. 

 Sin derecho al voto, nos tomaría años a los exiliados  participar en  el  proceso electoral de Cuba.

Permitir la elección de conocidos disidentes a la Asamblea del Poder Popular u otros organismos de poder, acallarían las voces de los exiliados que por 43 años han exigido elecciones libres y una economía de mercado.   Por su puesto, se levantaría el embargo y la isla se convertiría de inmediato en el sitio favorito para los turistas americanos.  Cuba llenaría los requisitos para prestamos millonarios y lo más importante :   La legitimidad de la vieja cúpula y de la constitución del   76, aunque haya sido modificada.  De esta forma, el dominio del PCC estaría  garantizado por muchos años.  El exilio debe prepararse para la aceptación del Plan Varela por el PCC, por su puesto, después de Castro.  En esta maniobra, ellos llevarían la mejor parte,  porque ni la oposición interna, ni el exilio, poseen una fuerza política,  fuera o dentro de la isla. 

Es cierto que dentro de Cuba, han surgido pequeños grupos opositores liderados por hombres valiente y el Sr. Oswaldo  Paya es uno de ellos, pero ninguno tiene suficientes miembros para considerarse  partido político.  Por otro lado cubanos bien intencionados en el exilio, han mantenido su afiliación a  partidos  tradicionales  de antaño  Pero ellos son pequeños grupos con poca fuerza para lograr consensos. 

Necesitamos crear un nuevo partido político que abarque a los cubanos de adentro y fuera de Cuba, cuya  plataforma política consista en  un proyecto que hable en términos específicos de  reconstrucción, en áreas tales como:   La economía, la educación,  la gobernación, la ecología, la salubridad, la ayuda social, la seguridad pública, la agricultura etc.   Pero sobre todo, de como obtener el financiamiento para estos proyectos.  

El Exilio posee suficientes mentes jurídicas para reformar la constitución del 40 o crear una nueva.  Hay que desarrollar un plan que abarque tales proyectos con lujo de detalle y que cada uno sea el resultado de cuidadosos estudios llevados a cabo por expertos y profesionales en sus campos de esperteza. Muchos de ellos ya existen y pudieran ser incluidos en el plan. 

El proyecto completo deberá publicarse para promover y obtener el respaldo del gobierno americano y el de la Unión Europea, así como de inversionistas extranjeros.  Pero para esto, tenemos que tratar de unirnos ahora bajo la bandera del consenso, porque el futuro de una Cuba verdaderamente democrática depende de que nosotros tengamos listo un plan de reconstrucción bien elaborado.  Uno que sirva, no solo de contrapartida a una componenda comunista a la hora cero, sino, también para que a través del sufragio, podamos colocar en puestos claves de el nuevo gobierno, a cubanos con una visión  amplia de la problemática cubana. 

Por supuesto, nada de esto va ha ser fácil.  Para empezar, en Cuba no existe una sociedad civil y desarrollarla después de Castro va a tomar algún tiempo.   Aún cuando estemos  preparados con un partido político y un proyecto bien organizado, nos va ha ser muy difícil participar en unas elecciones que por lógica los comunistas la van  a manipular.  Ellos tratarán de evitar que nuestros candidatos sean elegidos en Cuba.  Por eso, debemos insistir en el voto de los exiliados incluyendo a los cubano-americanos.   Sin eso, nuestro esfuerzo inicial será inútil y tendríamos que esperar años antes de poder formar parte del proceso electoral en la isla. 

 Hay que elaborar el Proyecto de Reconstrucción ahora.   Esperar  hasta el último momento o dejar que otros, quizá  menos capacitados o mal intencionados, tomen la decisión, sería absurdo y peligroso para el futuro de Cuba.  Hay que  poner a un lado los egos y las ambiciones personales y crear un partido que  refleje la diversidad de pensamiento de todos los cubanos.  

Cuba debe de estar por encima de todo y de todos.  El partido deberá incluir a los liberales, a los moderados, a los conservadores y   a todos los que estén dispuestos a remangarse la camisa y  trabajar unidos por una Cuba libre.