"Guerra de Egos entre la Vieja y la Nueva Izquierda Latinoamericana"

                                                 Por John Perez-Sampedro

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En la actualidad  existe en América una marcada tendencia  de los pueblos a elegir democráticamente a gobernantes de izquierda.   Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia,  Uruguay  y Chile  son  solo algunos ejemplos.   Otros como  México, Ecuador,   Perú  y Nicaragua,  en breve podrían formar parte de este consorcio de   la nueva y la vieja izquierda,  unidos por  la causa común de su odio a los Estados Unidos, y  por  su oposición a conceptos y proyectos tales como  la globalización  y   el  neoliberalismo. 

Una parte de la  nueva izquierda,   liderados por   Chile y Brasil.   Se ha caracterizado  por  un  pragmatismo político,   un  sostenido  proceso democrático y     una coherente política de   libre mercado,  todo lo cual, para beneficio de sus pueblos,  ha   resultado en un envidiable    desarrollo económico.  Otros como Argentina, Uruguay y Bolivia, parecieran que negocian   a diario  sus políticas de mercado,  mezclándolas con mas o menos   ideología,  de acuerdo a su conveniencia. 

 

Por otro lado,   la vieja   izquierda  formada por  Venezuela, el nuevo guapetón de la cuadra,   y por terroristas narcotraficantes  de oficio,  tales como   los Tupa Maros, los Montoneros,  Las FARC,  los indígenas de Chiapa y del Altiplano de los Andes, todos  liderados y  financiados por el  Castro/comunismo, y       su discípulo venezolano,  viven aun  en la década de los años 50, repitiendo las mismas  consignas de antaño, y soñando   un sueño de   conquista.     Sueño que  no pertenece ya al viejo dictador, sino,   a  Hugo  Chávez y sus petrodólares.

 

Pero lo importante a notar es que mientras la nueva izquierda mira hacia el futuro con optimismo y sin exclusión, empeñados en  mejorar las     infraestructuras y  la justicia social de sus pueblos,    la vieja izquierda, incluyendo a Venezuela,   mira solamente hacia el pasado y su  retórica  de odio y  de venganza  no le permite  ver mas allá de las consignas  comunistas de antaño.  Esas  consignas de  grandes   mentiras y  medias verdades que los comunistas  repiten sin cesar hasta que se convierten en “verdades absolutas”.

 

Por otro lado, en un trasfondo de la guerra ideológica actualmente  en progreso, existe lo que he denominado la guerra egológica.   En varias ocasiones los enormes egos de  pintorescos personajes tales como, Kirchner, Tavares,  Lula, Morales, Chávez  y Castro se han enfrentado  entre sí, pero  sus hábiles  asesores  han logrado hasta ahora disfrazarlos de cuestiones económicas o nacionalistas. 

 

Por ejemplo:  La Guerra  de las papeleras entre Tavares y Kirchner  va mas allá de la contaminación  del río. El rechazo de Evo Morales a la ingerencia de  Chávez en  las elecciones presidenciales que Evo estaba previsto  ganar fácilmente, va mas allá de  una cuestión de soberanía.  La anunciada renegociación del precio del gas que provee Bolivia a Argentina, va mas allá de razones económicas.  Los desplazamientos militares  por parte de Colombia y Ecuador en sus fronteras,  van mas allá de  tratados limítrofes internacionales.  

 

Y  las concesiones económicas que Lula ha hecho  a países africanos y árabes  para obtener la inclusión del Brasil a la Comisión de Seguridad de las Naciones Unidas, podría ir mas allá de  tratados comerciales y obedecer a  un  esfuerzo de Lula  por perpetuar  su  legado  político.

 

Vale notar que lo único que puede ofrecer el modelo comunista cubano,  promovido por  la vieja izquierda,  es  la  perpetuidad, de casi  medio siglo de opresión comunista sin oposición y sin elecciones libres,  por lo de más, el sistema comunista a todos los  niveles, especialmente  en lo  económico y  social, ha sido un   incuestionable fracaso.    Y es que todo sistema que,   como el comunista de Cuba,  haya sido   incapaz de mirar hacia el futuro, y  se  haya estancado  en  el pasado como  una máquina del tiempo  descompuesta,  solo podria lograr convertir   a su pueblo en un frustrado espectador del progreso de  otros  que  desfilan ante ellos hacia el futuro y el progreso.

 

Durante los próximos cuatro años, con la proyectada  entrada de México, y otros países al cónclave socialista,  y en la medida que los nuevos socios comerciales de los Estados Unidos hayan obtenido beneficios económicos y sociales a través de los tratados de libre comercio, se podría  definir finalmente,  si será la vieja  o la nueva izquierda  la que guíe  los destinos de  gran parte de  este hemisferio  por décadas venideras. 

 

Para ese entonces  se podría también  definir si  existirá  un socialismo    progresista y democrático, respetuoso de las leyes y los tratados internacionales,   al estilo europeo, promovido por la nueva izquierda,    el cual  pudiera interactuar con  éxito con la política y cultura de  Los Estados Unidos y Europa,  o si por el contrario, prevalecerá  la retórica gastada de la vieja izquierda y su promoción del fracasado comunismo,  el  cual  podría  llevar el hambre y la destrucción de una  guerra  ideológica/egológica  innecesaria y absurda,  a  todo  el continente americano.

 

 

                                                                   fin