"El Silencio del Cuarto Poder ante la Invacion Comunista en America"

Por  John Perez-Sampedro

__________________________________________________________________________

          HOME      DIRECTORIO DE CRONICAS

 

E

l colectivismo, la pieza central del comunismo, le  niega de facto al proletariado, no solo el concepto de  la propiedad privada, y  el individualismo sino también  el pensamiento libre y por ende la creatividad.

Aunque el comunismo del siglo XXI, ese que nos   quieren vender ahora con un rostro humano,  reintroduce la propiedad privada en  la forma de empresas creadas expresamente para el enriquecimiento ilícito de los “cupulistas”.   Llamo cupulistas a la casta privilegiada que controla las áreas de influencias dentro y fuera de la Isla.

 Bajo el comunismo, la sociedad civil desaparece, la Iglesia  tiene que someterse  al  Estado  y  los derechos del individuo  son reemplazados por el  ilusorio derecho del  proletariado, derecho teórico por su puesto, porque   en la realidad es el Estado controlado por  un puñado de hombres,  el que ejerce  todo el derecho  y por ende todo el poder.

 

Aunque ahora existe una nueva modalidad de los comunistas, para tomar el poder,   inspirada quizá, en lo que los norteamericanos han denominado, “hostile takeover”  o “Invasión hostil”. En el mundo corporativo,  dicho  proceso  implica la compra del 50% más uno, de las  acciones de la empresa que desean controlar.  Casi siempre los compradores la desmantelan y la venden en parcelas y al final declaran  gigantescas  pérdidas,  las cuales utilizan para  declarar  millonarias deducciones  de las rentas internas. 

 En el mundo político actual está sucediendo   lo mismo, pero en lugar de una empresa  es una  nación.  Tal ha sido el caso de Venezuela, donde  el Presidente Hugo Chávez  ha desarrollado con éxito una “Invasión Hostil” de ese país cuando logró comprar, gracias a  los petro-dólares, el 50% más uno de los votos. 

Chávez está desmantelando el país, en parcelas, tales como la Corte Suprema, el Congreso, Las    Fuerzas  Armadas, etc.  Tales áreas de influencias,  controladas por sus seguidores de confianza, garantizan la perpetuidad y el  enriquecimiento de ese exclusivo grupo de hombres, que conforman la cúpula de poder dirigida por  él.

No hay duda que Chávez  cambiará  una ves más los artículos de incorporación, es decir:
la constitución de Venezuela, para perpetuarse   constitucionalmente  en el poder.   A esta nueva clase de hombres fuertes los he      denominado:  “Dictadores Constitucionales”

 

Los billones de petro-dólares que Chávez ha  puesto en los bolsillos de  ese 50% más uno  de la población, para ganar las elecciones,  ha creado por un lado una inflación  y por el otro,  una falsa ilusión de progreso económico, el cual cesará en cuanto se detenga la infusión de efectivo.  

Lo peor de todo es que esos billones de petro-dólares, los cuales estaban destinados a reinvertirse en la infraestructura nacional  y el desarrollo de la industria petrolera,  generarán  una mayor pobreza real, que afectará al país y a las generaciones futuras de venezolanos,  excepto a los “cupulistas”.

 

Son muchas las razones que podrían explicar el fracaso del comunismo,  ya sea:  marxismo leninismo, “invasión hostil” fidelismo, “dictadores constitucionales”  o comunismo científico.

 

Y es que el fracaso del comunismo se debe simplemente a que el hombre  no  crea con las manos atadas y  no produce cuando no puede quedarse con buena parte de su esfuerzo personal.   De ahí que el comunismo no produzca  riquezas y que esté  destinado, debido a  la falta del incentivo individual, a  la inevitable pobreza colectiva que lo ha  caracterizado donde quiera que este se ha implantado.  Pobreza y fracaso,  de lo cual   Cuba es el mejor ejemplo.  Y digo mejor ejemplo porque  en 1958, un año antes del holocausto cubano, con una  población de  6,630.921  y un ingreso  nacional anual de $2,122,000,000, Cuba  alardeaba del porcentaje de inmortalidad más bajo de América, incluyendo los EEUU  con solo    5.8 muertes  por mil habitantes.

 Cuba tenía un médico por cada 980 habitantes,  el segundo lugar en América y contaba con 55 hospitales  provinciales  públicos, 28 hospitales infantiles y cientos de clínicas privadas cuyo innovador concepto trajimos a Miami durante el éxodo de los 60’ y el cual se ha extendido por todos los EEUU.

 El ingreso per cápita promedio del  cubano  era más alto que el de México, Brasil, Japón  e Italia y el peso cubano era considerado moneda dura y  cotizado a la par del dólar.

 En 1958  La UNESCO  reconoció a Cuba como la primera en América en por ciento de ingreso nacional dedicado a la enseñanza y por tener el mayor número de mujeres estudiantes universitarias  asistiendo a 13 universidades y 297 centros de educación secundaria.

La educación en Cuba era gratuita entonces  y todos los niños disfrutaban del desayuno escolar.   En la actualidad no tienen desayuno y  las escuelas son centros de adoctrinamiento  pagados por  los propios alumnos con    trabajo  “voluntario” en el campo.

 Contábamos con  58 periódicos con  una tirada   de 176,000 ejemplares diarios y cientos de revistas y periódicos de menos circulación. 160 estaciones de Radio, 24 estaciones transmisoras de televisión, incluyendo   la primera de América en colores,  la cual funcionó en Cuba un año antes de que existiera en los EEUU hasta que  fue desmantelada y enviada a Rusia para  copiar  su moderna tecnología.  

Cuba tenía 16 estadios provinciales  sin contar la Ciudad Deportiva en la Habana completada en 1957, la cual contaba con un Domo de Hormigón y acero, cuyo tipo de construcción  no se había realizado en los Estados Unidos todavía. 161 centrales azucareros, hacían de Cuba la  mayor  exportadora de azúcar en el Mundo.  Hoy la tienen que importar para  cumplir con contratos pendientes  con  Rusia.

Además  contábamos con 287 minas en explotación,52 destilerías, 96 fábricas de vino, 6 fábricas de cervezas, fábricas de cemento.  5 fábricas de pintura,  24 fábricas de tejidos de punto y confecciones,  1000 fábricas de tabacos, 24 fábricas de cigarros.   En ese año de 1958, Cuba produjo 3,431,000 quintales de arroz, hoy tienen que importarlo. Tercero en América con un automóvil por cada 28 habitantes. En el 58’, Cuba tenía más de  6,000,000 de cabezas de      ganado vacuno, una vaca por cada cubano.    En la  actualidad el poco ganado que queda  es custodiado por el  ejército y  la penalidad por poseer carne de res  es 20 años de cárcel.

E

stos datos, extraídos de los archivos de la UNESCO y  disponibles  al público en general hablan  por sí mismo.  Y cada una de estas estadísticas, por comparación con lo que no existe hoy en Cuba,  demuestra el  descomunal fracaso de  la doctrina marxista en  cada una de las áreas:  sociales, económicas y políticas  de la Isla esclava. 

 Nadie que examine  estos datos, puede concebir  que  la vida de los cubanos ha   mejorado  con  la revolución comunista,  pero lo que  sí es inconcebible  es: que los órganos  mediáticos como  la CNN y otros, los cuales  mantienen  corresponsales en la Habana, no  reportan la verdad del fracaso comunista.  

 ¿Acaso su silencio se debe  a  que están  ideológicamente parcializados a favor del comunismo?   O como finalmente la CNN confesó  después de la caída de Sadam Hussain  en Bagdad:  “Estábamos al tanto de las atrocidades cometidas por el Dictador, pero no las reportábamos  para poder permanecer en  Bagdad”

¿Acaso con su silencio no se hicieron  cómplices de los crímenes cometidos en Irak tanto como los que se han cometido y aún se cometen  en Cuba?

 Aún cuando la historia la escriben los que ganan,  el comunismo, como todo  mal, tendrá su fin. Entonces la historia  habrá de ser implacable con él y con   el  hipócrita doble estándar del “Cuarto Poder”, ese que en  los países civilizados alardea de una    imparcialidad que no practica y de la gran farsa de  una supuesta   lucha  por la verdad y  la justicia social, la cual es un bochorno histórico.  

El mismo “Cuarto Poder” que  se hace cómplice en Cuba, callando lo que debía gritar.  Guardando un silencio cobarde,  ante la barbarie de un sistema,  que no sólo ha destruido  a  lo que  otrora fuera una  próspera nación, sino que con el apoyo de su de facto aprobación,   la ha ayudado a   extenderse como una  contagiosa pestilencia, por todo el continente americano.