"El Silencio Criminal de los Pueblos ante el Genocidio en Darfur"
por John Perez-Sampedro
______________________________________________________________________
Si es difícil comprender lo que está sucediendo actualmente en El Sudán, mucho más lo es explicarlo. El Sudán está dividido entre la región del norte, con su capital Jartum, habitada en su mayoría por árabes musulmanes y la del sur, compuesta mayormente de pequeñas aldeas de negros cristianos, mayormente de las tribus Dinkas y Nuer esparcidas en la región del Darfur, un área del tamaño de Texas.
Gracias al petróleo, los musulmanes del norte disfrutan de prosperidad e influencia política y por ende de un próspero comercio con Rusia, China y Europa. Comercio que sin duda es la razón por la cual, la voz de Los EEUU es una de las pocas que se alza en el mundo para acusar de genocidio al gobierno del Sudán y sus milicias árabes o Jinjawes.
La definición de genocidio según la aceptada por los signatarios de la Resolución en contra del Genocidio de la ONU es: infligir daño físico o mental deliberadamente a un grupo, debido a etnia, religión o nacionalidad.
Mientras escribo estas líneas, cientos de hombres Dinkas son asesinados, sus aldeas destruidas, para que no tengan a donde regresar, sus mujeres, raptadas y junto con sus hijos, llevadas al norte del País, donde en su mayoría, son vendidas como esclavas sexuales. A los niños se les obliga a trabajos forzados y a estudiar el Corán o los decapitan.
Durante el 2003, más de 30,000 Dinkas y Nuer cristianos fueron asesinados o hechos esclavos por los mismos descendientes de los musulmanes árabes que los secuestraban y los enviaban al “Nuevo Mundo” como esclavos. Tal parece que las cosas no han cambiado aún después de 500 años y que el genocidio y las prácticas de esclavizar a pueblos indefensos parece formar parte de la cultura árabe-islámica, no lo sé, pero de lo que no hay duda, es que el gobierno Islámico de Jartum, al igual que los terroristas islámicos que asesinan a mansalva y siembran el terror en nombre de Alá, parecen haber respondido al llamado del Jihad o “Guerra Santa” y hay que pararlos con el único método que ellos entienden: la fuerza implacable.
Lamentablemente, las continuas acusaciones de genocidio que los EU han presentado al “Consejo de Seguridad” de la ONU, han caído como siempre en oídos sordos. Mientras por un lado el gobierno del Sudán las ha calificado de partidismo en un año de elecciones, influyentes miembros del “Consejo de Seguridad” de la ONU tales como China, se han negado a aceptar las acusaciones, por considerarlas actos en contra de la soberanía del Sudán.
El silencio del mundo civilizado, ante la barbarie genocida en ese país africano es bochornoso y trae a relucir el doble estándar que existe en el Mundo con relación al genocidio. Aparentemente, el genocidio que cometen los musulmanes del norte del Sudán, contra los cristianos negros del sur, no es el mismo genocidio que cometían en Kosovo los cristianos ortodoxos en contra de los musulmanes. Genocidio que los EU, se cansaron de denunciar inútilmente ante el “Consejo de Seguridad” de la ONU, hasta que por fin tuvieron que actuar militarmente, casi unilateralmente, para detenerlo. Después se unieron a regañadientes algunos países europeos, porque eran miembros de la OTAN.
Tampoco es el mismo genocidio que cometía Sadam Hussain en Irak cuando asesinó a miles de turkistanes-Iraquies y de shiitas con el gas mostaza. Con esas mismas armas de destrucción masivas que los izquierdistas aún hoy denuncian que nunca existieron en Irak. Izquierdistas que se lanzaron por millones a las calles de Europa, Asia América Latina y los EEUU, para protestar el abuso que los “imperialistas norteamericanos” iban a cometer con el inocente Sadam. Por su puesto, el negocio que el inocente Sadam tenía con Rusia, con Alemania, con China y con Francia, era al ritmo de billones de dólares. No hay duda que en la ONU se emplea un doble estándar para definir genocidio, pero además existe una corrupción a todos los niveles, sin hablar de los billones de dólares que desaparecieron del programa “Dólares por Petróleo,” lo cual está actualmente bajo investigación. Se estima que esa estafa, la cual habría sido cometida por oficiales de la ONU, en los más altos niveles de esa organización, podría llegar a ser la más grande en la historia de la humanidad.
Por su puesto que todos los genocidios son iguales, pero hay algunos que son más iguales que otros. Ahí está el genocidio que el mundialmente aclamado Fidel Castro, comete contra el pueblo cubano. Pero al igual que el genocidio en el Sudán, en Kosovo o en Irak, con la excepción de los norteamericanos, ninguno de estos líderes mundiales han levantado sus voces, para denunciar al “Chacal de América”.
Los cubanos calificamos bajo la definición de genocidio de la ONU, porque los comunistas ateos han encarcelado a nuestro pueblo cristiano por más de 45 años y nos han obligado a abandonar nuestras religiones y convertirnos por medio de la coacción y sofisticados métodos psicológicos, a su fanatismo religioso ateísta. Además, el “Terror de Estado” llevado a cabo por el más cruel de los Dictadores de América: Fidel Castro, ha obligado a cientos de miles de hombres, mujeres y niños cristianos, a lanzarse al mar en busca de libertad.
Se calcula que más de 300,000 cubanos cristianos han muerto ahogados o devorados por los tiburones en el Estrecho de la Florida, huyendo del genocidio ateo-comunista, durante más de cuatro décadas. Genocidio que no se ha documentado debidamente debido al silencio criminal de los pueblos civilizados, pero principalmente, debido al bochornoso doble estándar de la ONU.
Quizás el método del genocidio Castrista es un poco más “civilizado” que el utilizado por los islámicos de Jartum, los cuales decapitan a sus opositores, y raptan a indefensas mujeres, mientras que Castro solo le saca toda la sangre antes de fusilarlos y promueve, a través del turismo sexual, la prostitución de hombres, mujeres y niños cristianos cubanos. Pero en ambos casos, el resultado final es el mismo: cientos de miles de hombres, mujeres y niños muertos. Cientos de miles de familias destrozadas por la separación. Millones esclavizados sin poder huir de la “Isla-prisión” y obligados al trabajo forzado. Y todos sin excepción, obligados a creer en una foránea filosofía-religiosa, como es la “Religión Ateo-Comunista.”
El Secretario de Estado de los EU el Sr. Colin Powell ha visitado el Sudán y recientemente China, en un esfuerzo por redactar una resolución que pueda ser aceptada por China, y los otros miembros del “Consejo de Seguridad” de la ONU. Pero como sucedió en los casos de Irak, de Kosovo y de Cuba, para mencionar solo algunos, las prioridades del “Consejo de Seguridad” no parecen ser evitar el genocidio, sino viabilizar en beneficio de cada miembro, el proceso político burocrático y principalmente, “el cash.”
Si no fuera por la bancarrota humana de nuestras sociedades, lo que se estuviera debatiendo de emergencia, tanto en el pleno de la “Asamblea General” como en el “Consejo de Seguridad” fuera lo siguiente: ¿Cuándo sería legítimo infringir en la soberanía de una nación para evitar el genocidio? Cuándo sería legítimo infringir en la soberanía de una nación para garantizar la seguridad del Mundo, como lo exige el terrorismo internacional? ¿Quién tomará las acciones necesarias para garantizar esa seguridad o evitar ese genocidio?
S
i la burocracia de la ONU se niega a actuar como sucedió en el caso de Irak y Kosovo y como está sucediendo en el caso de Cuba y del Sudán. ¿Deberán entonces las naciones del mundo contemplar el genocidio en calma, sin tomar medidas? O como sucedió con Irak y Kosovo, ¿Actuará la nación más poderosa del mundo, sacrificando una vez más, a sus jóvenes y su economía para evitar el genocidio y para en defensa propia y la del resto de la humanidad, destruir a los bárbaros que atentan contra la seguridad mundial? Pero más importante aún: ¿Valdrá la pena que los EU continúen defendiendo la seguridad de esas naciones, las cuales cuestionan sus acciones, rechazan su ayuda y obstaculizan sus esfuerzos, mientras se enriquecen y se benefician, protegiendo y negociando con los mismos que han jurado nuestra destrucción.
Vivimos en tiempos peligrosos en los cuales naciones controladas por fanáticos religiosos o psicópatas, tales como Irán y Corea del Norte, poseen o están a punto de lograr la capacidad atómica que podría destruir el Mundo. ¿Podrán la corrupción, la burocracia y las diluidas resoluciones de la ONU, evitar el posible Armagedón ( Apocalipsis, 16:13-16) que se avecina? Si no es así, debíamos preguntar a los líderes de China, Rusia, Francia, España y Alemania, ¿quién podrá hacerlo?