“El Enemigo sin Rostro”
por John Perez-Sampedro ______________________________________________________________________________
Para la izquierda internacional, el enemigo está bien definido: Los Estados Unidos de América. Sus propósitos están igualmente definidos: Destruir el sistema económico capitalista mundial, las estructuras culturales y sociales existentes y muy en particular, destruir las instituciones religiosas.
Para ellos es importante, que el nuevo hombre socialista pierda contacto con sus raíces nacionales, por eso es que el comunismo destruye todo lo que lo identifique con su pasado histórico y cultural.
Cuando el comunismo se apodera de una nación, ya sea por la fuerza como lo hizo Fidel Castro en Cuba, o a través del sufragio como lo logró el presidente Chávez en Venezuela, lo cambian todo.
Ellos no se conforman con cambiar los nombres de las calles, de los edificios, la moneda nacional, y la constitución, sino, que también eliminan de todas las bibliotecas, aquellos libros, revistas o manuscritos que contengan información de lo que era esa nación antes de ser devorada por el comunismo. De esa manera, les es más fácil injertar dentro de la nueva sociedad socialista, culturas foráneas de apoyo, tales como, las de China comunista, Rusia, Irán, Corea del Norte etc.
A ellos les sería imposible crear “El nuevo hombre” si este creyera en un ser supremo. Para lograr el poder absoluto, es importante eliminar el “Opio de los pueblos” como ellos llaman a las religiones. Por eso, es inconcebible que, existan religiosos en el mundo que todavía apoyen la “Teoría de la Liberación”.
Por un lado esos religiosos ingenuos, creen en las promesas comunistas de repartición de las riquezas, mientras por el otro ignoran que la izquierda no produce riquezas, sino, todo lo opuesto.
Estos religiosos ignoran también que lo primero que han hecho los comunistas cuando se han posesionado de un país es asesinar y encarcelar a todos los que se opongan a su doctrina. Muy especialmente a los religiosos.
¿Como pueden estos señores, los que supuestamente han dedicado sus vidas a las enseñanzas religiosas, apoyar y promover una doctrina que niega la existencia de un ser supremo.? ¿No es esto la madre de todas las incongruencias ?
Ojalá pudiera decir lo mismo de los comunistas, pero ellos si están bien definidos. Con ellos no hay contradicciones. Ellos conocen muy bien el rostro de sus enemigos y los llaman por su nombre: Los Estados Unidos de América.
En cambio el ingenuo Imperio Americano; además de no conocer a sus enemigos, en algunos casos los consideran sus amigos y aliados, como hoy sucede con, Alemania, Francia, México, Arabia Saudita y otros
La realidad es, que los enemigos de esta gran nación no tienen rostro. Ellos están por todas partes acechando desde afuera y desde adentro, para atacar al imperio. El ataque puede ser tan mortal como el de las torres gemelas, o solapado a través de una simple abstención de voto en las Naciones Unidas.
El enemigo puede ser tan numeroso y poderoso como el Foro Social Mundial, o menos numerosos y no menos poderosos como lo es el bloque de representantes negros en el mismo Congreso americano.
Puede esconderse detrás del rostro inocente de una espía puertorriqueña en el pentágono. Como fue el caso de la señorita Montes o dentro de la mente llena de odio y venganza del asesino en masa Timothy Mc Vaig.
Puede estar tan lejos como el Presidente francés Jacques Chirac con su oposición irracional a los planes bélicos americanos, (Bueno, no tan irracional, Francia comercia con Irak a razón de 270,000 millones anuales) o tan cerca como el jamaiquino ilegal, el cual, inspirado por el fundamentalismo islámico de su compañero, asesinó ciudadanos indefensos a mansalva en el área de Washington D.C.
La motivación del enemigo sin rostro es siempre la misma: Un irracional y profundo resentimiento hacia el gobierno y la sociedad americana y en todos los casos, los atacantes eran invisibles hasta que lograron sus objetivos de destrucción.
Lo cierto es que Los Estados Unidos están a la merced de sus enemigos y por mucho que traten, no podrán evitar ataques futuros. A menos que cierren sus fronteras y se olviden de las libertades y derechos individuales de sus ciudadanos. En cuyo caso, dejarían de ser la gran nación Americana, para convertirse en un estado policial y perderían precisamente los valores por los cuales son envidiados por todos.
Esos mismos valores, que supieron defender en las playas de Normandía y el pacífico, y que más tarde lo hicieran en Vietnam, en Corea, en Serbia y ahora en el Medio Oriente.